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Europa se retira militarmente del Sahel y deja el campo libre a Rusia. Los Veintisiete no han conseguido ponerse de acuerdo para prorrogar la misión EUTM Malí más allá del 18 de mayo, cuando concluye su actual mandato, según fuentes diplomáticas. Aunque las reuniones celebradas esta semana en Bruselas han tenido carácter técnico, Francia ha dejado claro su rechazo a seguir prolongando una operación que se inició en 2013 y que en los últimos tiempos se había reducido a su mínima expresión, lo que aboca a su cierre definitivo, al ser necesaria la unanimidad para seguir adelante.
La retirada de los instructores europeos de Malí, que las fuentes consultadas dan por descontada, supone el fin de la presencia militar de la UE en una región estratégica. Una zona que registra un auge sin precedentes del terrorismo yihadista y una fuerte extensión de las redes que trafican con armas, drogas e inmigrantes, pero que también atesora grandes reservas de minerales como uranio y oro: ello explica, a juicio de los expertos, el interés de Rusia, pero también de China, por llenar este vacío.
La misión EUTM Malí, que llegó a tener un millar de efectivos, solo cuenta actualmente con 160 militares, de los que más del 80% (134) son españoles. Su jefe es el general de brigada español Santiago Fernández Ortiz-Repiso. Tras el abandono del centro de instrucción militar de Kulikoro, a 60 kilómetros de la capital, la presencia de las tropas europeas tiene ahora carácter casi testimonial y se limita a Bamako.
El cierre de esta misión de la UE llega tras la salida de las tropas francesas. Estas se han ido replegando a medida que triunfaban los golpes de Estado en Malí (mayo de 2021), Burkina Faso (septiembre de 2022) y Níger (julio de 2023), todos ellos hostiles a la antigua metrópoli. La Minusma, la misión de Naciones Unidas en Malí, con 14.000 cascos azules, un millar de ellos alemanes, completó su retirada en diciembre pasado, coincidiendo con el fin de las misiones europeas (civil y militar) en Níger.
Mientras la UE se ha enfrentado a las juntas golpistas que han tomado el poder en la región, Rusia ha aprovechado el distanciamiento europeo para ampliar su influencia, ofreciendo a los nuevos gobernantes una amplia gama de servicios militares; desde guardia pretoriana hasta asesores, combatientes, instructores o armamento. Primero lo hizo a través de los mercenarios de Wagner y luego con fuerzas regulares, a cambio de licencias para explotar sus recursos naturales.
Acuerdo entre Putin y el líder de Malí
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El Kremlin informó el miércoles de que el presidente ruso, Vladímir Putin, había mantenido una conversación con el presidente de facto de Malí, el coronel Assimi Goïta, en la que ambos habían acordado “intensificar la cooperación en materia antiterrorista”. Por su parte, el Consejo Nacional para la Salvaguarda de la Patria (CNSP), nombre de la junta militar golpista que en julio pasado tomó el poder en Níger, hizo saber que su líder, el general Abdourahamane Tchiani, había conversado con Putin sobre “la necesidad de reforzar” la cooperación en materia de seguridad a través de un proyecto estratégico “mutuamente beneficioso”.
Fue precisamente la creciente presencia en Malí de Wagner lo que llevó a la UE a suspender, en abril de 2022, su misión de instrucción. La UE optó por suspender los programas de instrucción de las tropas malienses ante la imposibilidad de garantizar que no se vieran involucradas en graves vulneraciones de los derechos humanos del brazo de los mercenarios rusos. A la espera de que un cambio de la situación política le permitiera recuperar su cometido original, decidió centrarse en tareas de asesoramiento. Sin embargo, lejos de restaurarse la democracia maliense, los gobiernos constitucionales de Burkina Faso y Níger también fueron derrocados por golpes militares. Y esto ha llevado a la disolución del G-5, la fuerza regional inicialmente formada por Malí, Burkina Faso, Níger, Mauritania y Chad para combatir el terrorismo con respaldo financiero y material de la UE, de la que se han retirado los tres primeros países.
La renovada alianza con Rusia de las juntas militares del Sahel no ha servido, sin embargo, para conjurar la amenaza yihadista. Más de un tercio (3.128 de 8.352) de los muertos en acciones terroristas en todo el mundo durante el año pasado se produjeron en la región del Sahel, según el Índice de Terrorismo Global del Instituto para la Economía y la Paz. En esta región que separa el desierto del Sáhara del golfo de Guinea, franquicias locales del Estado Islámico o Al Qaeda controlan amplios territorios de los que han sido expulsados los respectivos gobiernos.
Preocupación por la inestabilidad
España sigue con preocupación la creciente inestabilidad regional. El último informe anual de Seguridad Nacional, aprobado el 19 de marzo, califica el Sahel de “zona prioritaria para España” y advierte de la necesidad de evitar que “grupos yihadistas puedan disponer [allí] de bases desde las que planificar acciones terroristas contra objetivos españoles o europeos”. “Occidente continúa disminuyendo su influencia [en la región], frente a una Rusia que se ha asentado como socio prioritario de Malí e intensifica su esfuerzo por hacer lo propio en Burkina Faso y Níger”, agrega el documento.
Otro motivo de inquietud es el incremento de la inmigración irregular. En 2023, llegaron 40.403 inmigrantes irregulares vía marítima a las islas Canarias, lo que supuso un alza del 161%. “El Sahel reúne una serie de factores que contribuyen a la emigración: inestabilidad social, tensión política, aumento de la actividad terrorista y unas condiciones económicas deficitarias”, subraya el informe.
Las relaciones de España con las nuevas autoridades malienses no han sido fáciles y en algún relevo los militares han tenido que heredar el armamento de sus antecesores ante la negativa de Bamako a dejarlos entrar en el país con el suyo. Pese a ello, el Gobierno español se ha esforzado por mantener abiertos los canales de comunicación y la ministra de Defensa, Margarita Robles, mantuvo el 14 de marzo una videoconferencia con su homólogo maliense, el coronel Sadio Camara, a quien agradeció su “hospitalidad”. Esta relación debería facilitar ahora la retirada de las tropas; una operación que, pese a su escaso número, siempre resulta delicada, según fuentes militares. España cuenta en Senegal con el Destacamento Marfil del Ejército del Aire, con 72 militares y un avión de transporte, que servirá de apoyo el repliegue.
EUTM Malí es definida por la UE como una misión de formación y asesoramiento al ejército maliense con el objetivo de capacitarlo para hacer frente al terrorismo y garantizar la integridad territorial del país. Se puso en marcha en enero de 2013 con una decisión del Consejo Europeo, en respuesta al llamamiento del Consejo de Seguridad de la ONU y a una petición de ayuda del presidente maliense. En paralelo, Francia lanzó la operación Serval —después rebautizada como Barkhane— y envió tropas para frenar a los yihadistas que, tras imponerse a los rebeldes tuareg, se habían hecho con el norte del país y amenazaban con tomar la capital, Bamako. Más de una década después, Francia se ha visto obligada a evacuar a sus soldados ante la abierta hostilidad de los gobiernos de la región y parte de sus poblaciones. La UE seguirá ahora sus pasos.
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