Delante de las cámaras, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sostiene el discurso de mano dura hasta el final en la guerra que Israel mantiene con Hamás en Gaza. Pero entre bambalinas, su Gobierno se sigue moviendo discretamente para lograr un nuevo intercambio de rehenes por palestinos presos en cárceles israelíes. Lo que hasta hace solo dos semanas parecía una línea roja para Israel, la retirada parcial de sus tropas, se ha convertido en un elemento de negociación con el grupo islamista. Esa posibilidad se plantea en una nueva oferta de alto el fuego apoyada por Washington en la que los soldados saldrían de las áreas más pobladas permitiendo la entrada a gran escala de ayuda humanitaria. Hamás ha rechazado la propuesta porque la organización islamista asegura que solo contempla un alto el fuego definitivo.
La oferta cuenta con dos fases bien delimitadas. La primera consistiría en una pausa en los combates durante la que se produciría el intercambio de rehenes por prisioneros. Durante esa etapa inicial Israel se retiraría de las zonas más pobladas de la Franja para permitir la llegada de la ayuda humanitaria y los suministros médicos que entran desde Egipto por el paso fronterizo de Rafah a todo el territorio. Naciones Unidas y sus organizaciones humanitarias satélites en Gaza se han referido repetidamente desde que la ayuda empezó a entrar al enorme obstáculo que la omnipresencia de los militares representa para su reparto. En esa primera fase, el intercambio afectaría solo a los rehenes y presos más vulnerables, según informó el miércoles la cadena de noticias Channel 13 News.
El plan contaría, además, con una segunda fase que incluiría, por un lado, un intercambio de mujeres, soldadas y cadáveres que ambas partes conservan. Si el acuerdo saliera adelante, Israel aceptaría que sus fuerzas de defensa se reubicaran en otras zonas del territorio. Estados Unidos, que apoya la oferta, presiona desde hace días a Israel para que dé paso a una tercera fase de la guerra en la que abandonaría sus ataques a gran escala por tierra, mar, y aire y los sustituiría por operaciones de fuerzas especiales y más quirúrgicas que minimicen o acaben con el conteo diario de víctimas —ya ascienden a 21.320, de las que un 70% son civiles, según el Ministerio de Salud de Gaza, que controla Hamás— que sigue creciendo de manera exponencial.
Hamás, sin embargo y hasta el momento, ha rechazado la propuesta como ya hizo con la que planteó Egipto, uno de los intermediarios entre el grupo islamista y el Gobierno israelí, hace tres días. El portavoz de las Brigadas de Al Qasam, el brazo armado de la organización, Abu Obeida ha asegurado que su objetivo es “detener la agresión Israelí”. “No hay acuerdos que podamos aceptar hasta que la agresión contra nuestro pueblo termine”, ha dicho en un audio difundido por la cadena catarí Al Jazeera.
La oferta del Gobierno de Abdelfatá al Sisi no solo contempla un alto el fuego temporal, sino también la cesión tanto por parte de Hamás como de Fatah y el resto de facciones palestinas de parte de su poder en Gaza y Cisjordania para la creación de un gobierno palestino formado por técnicos que se centrara en la reconstrucción de la Franja y en la convocatoria de elecciones en los dos territorios. El plan egipcio fue visto con buenos ojos por Israel, cuyos negociadores lo aceptaron como una buena propuesta de inicio y valoraron que se abriera una nueva vía a través de otro intermediario, Egipto, además de Qatar. Pese al rechazo de Hamás y la Yihad Islámica (que también cuenta con cautivos en su poder), El Cairo ha asegurado que todavía espera respuesta de ambas partes y que su objetivo “es acercar sus puntos de vista” para acabar con la guerra y restaurar la estabilidad en la región.
En el juego de suma cero que resume este conflicto, Israel ha ido dando pasos hacia lograr un nuevo acuerdo mientras Hamás se muestra cada vez más reacio y exige un alto el fuego definitivo y la retirada total de los militares del territorio gazatí para empezar a hablar. Netanyahu asegura públicamente que la presión militar es la única vía para lograr la liberación de los rehenes y pone como ejemplo el anterior alto el fuego de la última semana de noviembre. Pero, en realidad, el primer ministro israelí está sometido a una fuerte presión por el movimiento Bring them home now (Traedlos a casa ahora) formado por las familias de los secuestrados, que exige un acuerdo inmediato, sobre todo desde que el ejército matara por error a tres de ellos y tras la recuperación hace unos días de los cuerpos de cinco más. El jueves, tras reunirse con ellos, el primer ministro ha asegurado: “Estamos teniendo contactos justo en este momento. No puedo detallar la situación. Estamos trabajando para traerlos. Esa es nuestra meta”. Los dirigentes de la organización islamista son conscientes del apremio, y lo utilizan.
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Sobre el discurso público de mano dura contra Hamás de Netanyahu (aunque tras el telón busque un nuevo acuerdo para los rehenes) tiene mucha influencia el apoyo social con que cuenta la campaña militar. Un 81% de los israelíes de ascendencia judía consideran que su país no debe tener en cuenta el sufrimiento de la población palestina de Gaza al planear sus operaciones militares allí, según un sondeo del Instituto para la Democracia de Israel, hecho público el 19 de diciembre. Entre la población árabe-israelí —alrededor de un 20% del total—, el sentimiento es el contrario; un 83% considera que minimizar el dolor por el que atraviesan los gazatíes debería ser un elemento a tomar en cuenta por el Gobierno. En esas condiciones, es normal que el primer ministro se empeñe en cada una de sus apariciones en mantener la campaña hasta el final para lograr sus objetivos.
Pero, además, está en juego la cohesión interna de su coalición de Gobierno. Como escribía la columnista del Yedioth Ahronoth Sima Kadmon el pasado lunes, “Netanyahu querría que los rehenes fueran liberados, pero no a cualquier precio. No al precio de parar la guerra, que traería acontecimientos que el primer ministro no quiere que se den: [Benny] Gantz y [Gadi] Eisenkot [ambos ministros del gabinete de guerra por el derechista Partido de Unidad Nacional y excargos militares] dejarían el Gobierno, y el primer ministro sufriría enormes críticas desde la extrema derecha, lo que podría provocar la salida también de [Itamar] Ben Gvir [ministro del Interior y líder ultra]”. Según el sondeo del Instituto para la Democracia, dos tercios de los iraelíes (69%) quieren que se convoquen elecciones en cuanto se acabe la guerra, un deseo también mayoritario entre los votantes de derecha.
“Homicidios ilegales”
Mientras, en Gaza, los ataques israelíes continúan. Al menos 200 personas fallecieron este jueves en Rafah, en el sur fronterizo con Egipto, donde desde hace semanas se agolpan decenas de miles de personas durmiendo al raso, y en localidades del centro de la Franja, según el ministro de Salud de Gaza. La violencia también ha llegado durante la noche a varias poblaciones de Cisjordania, donde los soldados han entrado en busca de militantes de organizaciones islamistas. Las redadas militares han acabado esta madrugada con la muerte de dos palestinos en Ramala, la capital administrativa, y en las afueras de Belén.
El alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Volker Türk, ha pedido a Israel que “ponga fin a los homicidios ilegales” de ciudadanos palestinos y a la “violencia de los colonos” en Cisjordania, alertando de un rápido deterioro de los derechos humanos en este territorio palestino desde los ataques de Hamás del 7 de octubre. El diplomático austriaco ha asegurado en un comunicado que “el recurso a las tácticas militares y a las armas en contextos de mantenimiento del orden, el uso de una fuerza no necesaria y desproporcionada y la aplicación de amplias restricciones de movimientos, arbitrarias y discriminatorias sobre los palestinos son extremadamente preocupantes”.
Por otro lado, Israel ha dado este jueves su permiso preliminar para la creación de un corredor humanitario marítimo desde Chipre hasta Gaza, aunque todavía quedan detalles a negociar antes de que el proyecto se ponga en marcha, según ha anunciado el Ministerio de Exteriores israelí. El país de la Unión Europea hizo la propuesta hace semanas con el objetivo de aumentar significativamente los suministros que ahora solo entran por los puestos fronterizos de Rafah (con Egipto) y Kerem Shalom (con Israel).
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