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Los Taurus se han convertido en una de las armas más codiciadas por Ucrania en la guerra desencadenada por Rusia. También en un quebradero de cabeza para Alemania. Su canciller, Olaf Scholz, insiste en su negativa a suministrar estos misiles de crucero aire-tierra a Ucrania, similares a los que sí han enviado el Reino Unido y Francia y que han permitido al país invadido alcanzar objetivos rusos alejados de la línea del frente. La presión sobre Berlín crece en paralelo a la necesidad del ejército ucranio de reponer este tipo de armamento que escasea de manera alarmante en toda Europa. “Alemania es el único país que puede entregar a corto plazo un número considerable de sistemas de misiles como estos, absolutamente esenciales para el ejército ucranio”, sostiene Fabian Hoffmann, investigador de la Universidad de Oslo.
Grosso modo, los Taurus, una de las armas más avanzadas de las que dispone la Bundeswehr (el ejército alemán), son muy similares a los Storm Shadow británicos y los Scalp, su versión francesa. Todos son misiles de crucero de largo alcance que se lanzan desde aviones de combate, tienen un tamaño y una masa semejantes y alcanzan una velocidad próxima a la del sonido. Aun así, los Taurus, más modernos que los Storm Shadow/Scalp, son más eficientes contra objetivos que tengan la seguridad reforzada, como búnkeres o puentes.
Hoffmann estima que Ucrania ha recibido desde el inicio de la guerra entre 400 y 600 Storm Shadow y Scalp, suministrados por Francia y el Reino Unido. Según sus cálculos, a finales de este año, o como mucho a principios del que viene, Kiev habrá empleado todos los misiles de crucero aire-superficie que han entregado sus aliados. El experto noruego, igual que otros analistas europeos, considera probable que Italia también haya enviado —sin anunciarlo— parte de los 200 Scalp que adquirió en 1999. La opción de que Londres y París envíen a Ucrania más misiles de este tipo parece descartada a corto plazo, ya que Hoffmann calcula que han donado estos dos años entre el 25% y el 45% de los que disponían en sus arsenales.
Kiev solicitó formalmente a Berlín el pasado mayo la entrega de parte de sus Taurus, que tienen un coste unitario de entre 1,1 y 1,5 millones de euros. El Gobierno alemán, que ha exhibido sus fricciones sobre esta cuestión, rechazó hace unos días la propuesta de Londres que le ofrecía enviar más Storm Shadow a Ucrania a cambio de que Alemania le entregara algunos de sus Taurus. Scholz ha reiterado en las últimas semanas que no contempla la posibilidad de suministrar misiles de crucero a Ucrania, al alegar que podría implicar un enfrentamiento directo con Rusia y que sería necesario el despliegue de tropas alemanas en territorio ucranio para que el ejército aliado pudiese hacer uso de este armamento.
“El único motivo por el que serían necesarios soldados alemanes sobre el terreno para operar los Taurus es que el canciller no se fía de lo que Ucrania pueda hacer con ellos”, sostiene Hoffmann, que agrega que se podría instruir al ejército ucranio para poder operarlos de manera independiente en tres o cuatro meses. Lidia Gibadlo, investigadora del Centro de Estudios del Este (OSW) de Varsovia, subraya que “Scholz probablemente se apoyará en el respaldo de su partido, y en el rechazo popular al envío de los Taurus que reflejan las encuestas, para mantenerse firme en su posición”.
Jacek Tarocinski, colega de Gibadlo en el OSW, señala que la única solución actual para paliar la escasez de misiles de crucero en los arsenales ucranios es que “Alemania envíe parte de los suyos y produzca y adquiera más cuanto antes”. El experto incide en el déficit de este tipo de armamento que hay en todo el continente y agrega que el Departamento de Estado de EE UU aprobó el pasado martes la venta de 821 misiles Jassm —lo más similar a los Taurus que se produce al otro lado del Atlántico— a la Fuerza Aérea de Polonia, una cifra mayor que los 600 con los que cuentan las Fuerzas Armadas de Alemania.
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Descartados los misiles estadounidenses
El investigador polaco, especializado en sistemas de misiles, puntualiza que los estadounidenses Jassm no son una opción para el ejército ucranio. A diferencia de los Taurus, que, como los Storm Shadow y los Scalp, podrían ser integrados en los cazas Su-24 de fabricación rusa de los que aún dispone la Fuerza Aérea ucrania, los Jassm únicamente pueden lanzarse desde las versiones más avanzadas del F-16, ni siquiera en los aviones más antiguos de este modelo que Países Bajos, Dinamarca y Noruega donarán a Ucrania en los próximos meses.
Además de Alemania, España y Corea del Sur son los únicos países que tienen Taurus en sus arsenales. El ejército español únicamente dispone de en torno a 40 de estos misiles, por lo que la cifra que podría aportar a la causa ucrania resulta demasiado irrelevante como para justificar la formación de los militares ucranios y la integración de este armamento en los Su-24, que Hoffmann estima que podría realizarse en menos de seis meses. Por su parte, la legislación surcoreana impide el envío de armamento letal a zonas de conflicto.
La entrega de Taurus a Kiev no solo paliaría durante unos meses la escasez de misiles de crucero aire-tierra, un tipo de armamento que ha sido empleado eficientemente para alcanzar puestos de mando y depósitos de municiones o gasolina, interrumpir y alterar las vías esenciales para la logística rusa y eliminar a altos cargos del ejército enemigo, además de haber destruido varios buques en los puertos de Sebastopol y Feodosia, en la península ucrania de Crimea, anexionada ilegalmente por Moscú en 2014. Los misiles alemanes aún resultarían más efectivos que los franceses y británicos contra objetivos como puentes, ya que su ojiva Mephisto está equipada con una espoleta inteligente que permite retrasar la detonación hasta que haya penetrado la estructura atacada.
Los analistas consultados coinciden en que los Taurus son el arma idónea para atacar el puente sobre el estrecho de Kerch, que conecta Crimea con Rusia y que Kiev considera un objetivo prioritario desde el inicio de la guerra. Moscú filtró la semana pasada unas conversaciones del ejército alemán en las que se especulaba con que Kiev utilizara los Taurus para atacar esta infraestructura crítica para la logística rusa. Uno de los militares alemanes incidió en la conversación filtrada en que, a diferencia de los Storm Shadow y los Scalp, los Taurus “podrían penetrar la estructura”. Además, los misiles alemanes serían aún más difíciles de interceptar para las defensas antiaéreas rusas que los franceses y británicos.
Ni los Taurus ni los Storm Shadow se fabrican desde hace años. En el caso de los Scalp, Francia está produciendo entre 50 y un centenar encargados por Grecia, que Hoffman reclama que París debería entregar a Kiev y compensar de algún modo a Atenas. El investigador noruego recalca que ni el envío de algunos Taurus alemanes, ni de los Scalp que espera Grecia, solucionarían la cuestión a largo plazo. “El único modo de no enfrentarnos a este problema recurrentemente sería facilitar a la industria armamentística ucrania la fabricación de este tipo de misiles, al tiempo que se reinicia la producción en Europa para poder seguir suministrándolos de manera continua”, sentencia Hoffmann.
Mientras Ucrania busca desesperadamente un aliado que le entregue misiles de crucero de largo alcance, Rusia sigue empleando este tipo de armamento para golpear infraestructura energética y ciudades alejadas del frente. Un reciente informe de la casa de análisis británica Royal United Services Institute (RUSI) cifra en torno a un centenar la producción mensual de misiles aire-tierra en el gigante euroasiático, y Tarocinski subraya que el ejército ruso ha llegado a lanzar más de 500 de estos en un mes, más que Ucrania en los dos años de guerra.
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