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Mircea Geoana ha vivido los últimos cuatro años y medio como secretario general adjunto de la OTAN pendiente de las crecientes amenazas de la Rusia de Vladímir Putin. Poco antes de la entrevista, celebrada este jueves, el jefe del Kremlin lanzó la amenaza nuclear más explícita desde el comienzo de la invasión de Ucrania de febrero de 2022. Este político socialdemócrata responde al discurso de Moscú con calma pero firmeza. Enhebra su discurso en torno a una idea fuerza: los aliados de la Alianza Atlántica han hecho mucho por ayudar al país invadido y deben seguir haciéndolo. Pero sobre todo no deben caer en la desesperanza ante las dificultades.
A lo largo de media hora de encuentro en la sede madrileña de IE University, Geoana (Bucarest, 65 años) resume los distintos retos a los que se enfrentan las sociedades occidentales en una época que define como de “renovada competición entre los poderes”. Ante los ataques de Donald Trump al principio rector de la OTAN —la protección mutua entre los aliados—, responde que EE UU necesita tanto a Europa como viceversa. Ante China, pide a Europa no caer en “la ingenuidad” y asumir que el ascenso de la potencia asiática supone “una amenaza para la seguridad”. Y ante la catastrófica situación en Gaza —la peor que atraviesa Oriente Próximo desde la guerra del Yom Kipur de 1973— reclama la necesidad de una solución política.
Pregunta. Putin ha hablado este jueves de un ataque nuclear que destruya “toda la civilización”. ¿Cómo de serias considera estas palabras?
Respuesta. Hemos visto amenazas nucleares por parte de los líderes rusos al menos desde el inicio de la guerra hace dos años. Supone una gran irresponsabilidad para una superpotencia nuclear como Rusia, que tiene la obligación de actuar con moderación. Forma parte de su arsenal de intimidación y presión psicológica.
P. ¿Lo interpreta entonces más como un farol que como una amenaza real?
R. Es un discurso que ahonda en la lógica de intimidación psicológica más que intenciones reales. No vemos ninguna amenaza inminente de que Rusia utilice estas armas. Pero estas declaraciones son en sí mismas muy peligrosas, porque erosionan la confianza. Rusia conoce las consecuencias que tendría dar un paso así. Es su forma grandilocuente de arremeter contra Occidente, como cuando describe la guerra que inició en Ucrania como una guerra de civilizaciones o cuando sostiene que Occidente está tratando de destruir a Rusia, lo cual es totalmente absurdo.
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P. Putin respondía a las declaraciones del presidente de Francia, Emmanuel Macron, que no descartó ninguna opción, incluso el envío de tropas a Ucrania, algo que han descartado líderes europeos y de Estados Unidos. El propio secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo que no existían esos planes. ¿Supone un error no forzado hablar de medidas que a las pocas horas se descartan?
R. Respetamos completamente el derecho de nuestros aliados de aportar nuevas ideas. Pero en la OTAN no tenemos intención ni planes de desplegar tropas en Ucrania. Lo que estamos decididos a hacer es seguir apoyando a Ucrania y evitar una escalada con Rusia, algo que hasta ahora hemos hecho satisfactoriamente bien. Esto es especialmente importante después de que Ucrania haya iniciado las negociaciones para su adhesión a la UE y para acercarse a la OTAN. No podemos decir cuándo, pero un día una Ucrania soberana formará parte tanto de la OTAN como de la UE. Es probable que esta guerra continúe algún tiempo. Así que la OTAN seguirá asegurándose de que apoyamos a Ucrania y evitaremos una escalada con Rusia.
P. Moscú ha logrado últimamente éxitos militares como la toma de Avdiivka, la ayuda de EE UU a Ucrania está paralizada, el colapso de la economía rusa que muchos pronosticaron no se ha producido… ¿Está Putin ganando la guerra?
R. Tenemos que evitar la tentación de ser demasiado optimistas, como lo éramos unos meses antes de la contraofensiva, o demasiado pesimistas, como parece que somos hoy. Esta guerra es muy dinámica. Si miro el vaso medio lleno, veo a Ucrania empujando a la flota rusa desde el mar Negro, lejos de Crimea hacia el mar de Azov. Eso es un gran éxito. Con nuestra ayuda, Ucrania ha logrado restaurar en el mar Negro la ruta de exportación de los cereales. Veo algunas dificultades técnicas para Ucrania, pero ninguna dificultad estratégica. Tengamos confianza. Mientras Rusia se convierte en una economía de guerra y recibe el apoyo de Corea del Norte e Irán, nosotros también aumentamos nuestra producción para ayudar a Ucrania y cubrir nuestras propias necesidades de seguridad, defensa y disuasión en Europa.
P. Trump, que ha animado a Rusia a hacer lo que quiera a cualquier país de la OTAN que no gaste lo suficiente en defensa, tiene prácticamente garantizada la nominación republicana para las elecciones de noviembre. ¿Supondría una nueva Administración Trump una amenaza para el compromiso sobre el que se creó la Alianza?
R. Ya vimos declaraciones contundentes del presidente Trump al principio de su mandato y luego trabajó con la OTAN. Entonces comprendió la necesidad de esta alianza y el interés de EE UU por mantenerla fuerte, cambiando puntos de vista y expresando enfoques mucho más constructivos. No puedo prejuzgar qué van a votar los estadounidenses. Pero las encuestas muestran un inmenso apoyo a la OTAN en la opinión pública. En una reciente encuesta de YouGov más del 60% de la población se mostraba dispuesta a defender a sus aliados. Tanto republicanos como demócratas entienden muy bien la complicadísima competencia con China, Rusia, Irán y Corea del Norte. EE UU necesitará a todos sus aliados de Europa y del resto del mundo. China nunca tendrá tantos aliados. Por eso la OTAN es valiosa para nosotros en Europa, pero también muy importante para América. Asegurémonos de no erosionar la confianza en la inviolabilidad del artículo 5 de la OTAN. Nos necesitamos más que nunca. Permanecer juntos sirve a los intereses de ambos lados del Atlántico.
P. ¿Cómo deben prepararse los aliados para una hipotética vuelta de Trump a la Casa Blanca? ¿Ha llegado el momento de aceptar que EE UU ya no garantiza la seguridad europea?
R. Esta es una conversación recurrente desde hace más de 20 años. En la OTAN, los Estados de la UE solo aportan el 20% del gasto total en defensa. Soy un firme partidario del proyecto europeo, pero eso es contraproducente, puede convertirse en una especie de profecía autocumplida. EE UU nos necesita. Y nosotros necesitamos a EE UU. Nos necesitamos todos. La UE es relativamente débil en defensa debido a la falta de inversión durante décadas, pero también debido a la fragmentación del mercado de defensa. La OTAN es el mejor socio de la UE para evitar su fragmentación.
P. Alemania se niega a enviar los misiles Taurus a Ucrania. Antes se discutió sobre los Leopard o los jets F-16, pasos que finalmente se acabaron dando. ¿Es esta estrategia gradualista, de dar pasos poco a poco, responsable de los actuales avances de Rusia?
R. Tengo que respetar las decisiones democráticas de cada país. Son unos pasos especialmente complicados en Alemania, un país que tras un largo periodo de pacifismo está, sin embargo, haciendo mucho: dedica el 2% del PIB a defensa y ayuda a Ucrania con importantes recursos. Antes los F-16 fueron una especie de tabú. Ahora estamos listos para entrenar a los primeros pilotos ucranios. Demos tiempo a las democracias para tomar decisiones antes de precipitarnos y criticar. Lo mismo ocurre con el Congreso de Estados Unidos.
P. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha alertado de que “la amenaza de guerra no es imposible”. ¿Están los aliados haciendo lo suficiente frente a este peligro?
R. La UE se está ajustando a una nueva realidad desde la anexión ilegal de Crimea en 2014. Entonces, los países empezaron a invertir más en defensa. El año pasado, en la cumbre de la OTAN de Madrid, adoptamos los planes de disuasión y defensa más importantes desde el final de la Guerra Fría. Los aliados, incluidos España, están haciendo un gran trabajo para esta Alianza. Están aportando mucho.
P. ¿Debe la OTAN agradecer a Putin la entrada de nuevos miembros como Finlandia y próximamente Suecia?
R. Putin cometió una serie de errores estratégicos: juzgó mal la resistencia del pueblo ucranio y creyó que la OTAN volvería a las fronteras anteriores a 1997. Ahora tenemos entre nuestros miembros a dos países que habían sido neutrales, en el caso sueco durante más de 200 años. La OTAN tiene ahora un flanco oriental que cubre el mar del Norte, el mar Báltico, el mar Negro. Esta es una enorme dificultad estratégica para Putin. Él creía que Occidente saldría débil y dividido, pero se ha encontrado lo contrario.
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