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Ni una sola piedra. El que sería el proyecto de infraestructura “más grande de la humanidad” ha sufrido un nuevo mazazo después de que la Asamblea Nacional de Nicaragua, controlada por el presidente Daniel Ortega, cancelara la concesión para la construcción del llamado Gran Canal Interoceánico entregada en 2013 a la empresa china HK Nicaragua Canal Development Investment Co., propiedad del oscuro empresario chino Wang Jing, por un periodo de 50 años prorrogables. De esta manera se da carpetazo a un proyecto que Ortega había vendido como la gran solución a la pobreza que carcome al país centroamericano, pero que había sido recurrido como inconstitucional y que despertó críticas de científicos y ambientalistas. La obra, valorada en 50.000 millones de dólares, tuvo que haber sido inaugurada en 2020, pero hasta la fecha en la ruta trazada solo pastan vacas y los pescadores locales continúan con su rutina. El canal imposible de Nicaragua se ha quedado en promesa.
Ortega ordenó a sus diputados una reforma a la Ley del Régimen Jurídico del Gran Canal Interoceánico de Nicaragua para cancelar la concesión a Wang Jing. Ese reglamento entregaba una enorme extensión de tierras para la construcción del megaproyecto, que incluía zonas de humedales, la intervención en la que es la gran reserva de agua de Centroamérica, el gran lago de Nicaragua (de 8,000 kilómetros cuadrados) y la cuenca del Río San Juan, que separa a este país de Costa Rica. El proyecto también afectaba amplias zonas agrícolas y ganaderas, lo que despertó el descontento de los campesinos nicaragüenses, que conformaron un movimiento de protesta que fue reprimido con sangre por el Gobierno. Ortega no ha dado explicaciones por la cancelación del proyecto, y en las justificaciones de la reforma legal enviada al Parlamento solo afirma que es necesario adecuar el régimen jurídico del proyecto a “las realidades cambiantes” del contexto internacional.
El Canal proyectado en Nicaragua tenía un costo que superaba los 50.000 millones de dólares, con una extensión de 278 kilómetros desde las costas del Caribe hasta las del Pacífico. El proyecto despertó los temores entre grupos ambientalistas que alegaron que su construcción sería catastrófica para la flora y fauna del país. Los activistas de derechos humanos temían, por su parte, las consecuencias de un gigantesco desplazamiento humano en la ruta del Canal. El proyecto generaba incertidumbre por la falta de estudios suficientes que demostraran la viabilidad técnica y comercial de la obra. También levantó dudas la capacidad del magnate chino Wang de convencer a los inversionistas extranjeros para que pusieran su dinero en la construcción, sobre todo después de que se conociera que la fortuna del empresario disminuyó en un 84% tras el desplome de las acciones de su empresa de telecomunicaciones, Xinwei, en la bolsa china.
También se llegó a especular sobre el papel que el Gobierno chino podría desempeñar en la construcción de la obra, un tema que no ha podido esclarecerse. “Resulta imposible conocer si se trata de un proyecto internacional, o si únicamente estará soportado por capitales y empresas chinas”, escribió el periodista Carlos F. Chamorro en 2014. Chamorro y su equipo periodístico de la revista Confidencial desarrollaron una intensa cobertura periodística sobre el megaproyecto, demostrando las dudas sobre su viabilidad. “Nadie duda de que China cuente con los recursos económicos y la capacidad para realizar gigantescas obras de infraestructura, pero si este es un proyecto cuya viabilidad depende enteramente de la voluntad política del Estado de la República Popular China, las implicaciones geopolíticas, ambientales e institucionales, serán completamente distintas para nuestro país. Si ese es el caso, como parece indicarlo la tónica secretista, entonces estamos ante un proyecto que promoverá los intereses de la potencia china a cualquier costo”, analizó Chamorro.
Dora María Téllez, exguerrillera sandinista apresada por Ortega y liberada el año pasado, considera por su parte de que Ortega confía en que el Gobierno chino pueda interesarse con el proyecto. “La concesión canalera otorgada por Ortega a Wang Jing oficialmente muerta. Ahora viene la nueva etapa, el endoso de todas las concesiones al Gobierno chino. Entregar Nicaragua a precio de guate mojado. La operación vendepatria de los Ortega Murillo”, ha escrito Téllez en su perfil de la red social X.
La concesión canalera otorgada por Ortega a Wang Jing oficialmente muerta. Ahora, viene la nueva etapa, el endoso de todas las concesiones al gobierno chino. Entregar Nicaragua a precio de guate mojado. La operación vendepatria de los Ortega Murillo.
— Dora María Téllez (@DoraMTellez) May 8, 2024
Los años siguientes a la entrega de la concesión fueron terribles para el empresario Wang. No solo sufrió el desplome en bolsa de su empresa de telecomunicaciones, sino que vio colapsar de forma alarmante su fortuna, que él valoraba en más de 10,000 millones de dólares. El Índice de Billonarios de Bloomberg informó en 2015 de que el dinero del empresario chino llegaba tras las pérdidas a solo 1,100 millones de dólares.
De nada sirvió la carta que Wang envió a Ortega en 2021, en la que le reafirmaba su interés en la obra faraónica. “Nicaragua está destinada a convertirse en el eje más importante de la ‘Franja y Ruta’ a través del Pacífico y el Atlántico, un centro emergente que promueve la economía, el comercio, la tecnología y la cultura”, escribió el chino. Las palabras no tuvieron eco en el Gobierno, que le arrebató la concesión, aunque no ha enterrado la idea de Ortega de convertir a Nicaragua en la tierra “de leche y miel” que había prometido. El proyecto canalero queda ahora en manos del Ministerio de Transporte nicaragüense, sin fondos. Aún resuenan los gritos de los campesinos que se oponían al canal: “¡Fuera de Nicaragua, chinos!” Esta por verse si siguen vivas las esperanzas chinas de Daniel Ortega.
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