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El ejército ucranio ha conseguido una nueva gesta lejos del frente. Sus drones bomba de largo alcance atacaron con éxito la semana pasada al menos siete refinerías de petróleo en Rusia, aunque cuentas militares rusas elevan el número a nueve. El Ministerio del Interior ucranio afirma que en lo que va de año han sido 12. Kiev y centros de análisis del sector energético estiman una interrupción de hasta el 15% de la producción rusa de combustibles procedentes del crudo. Esta ofensiva supone una evolución en el uso de drones de largo alcance y en la estrategia de llevar la guerra al territorio del invasor.
Ucrania golpea con regularidad desde el verano de 2023 objetivos enemigos a cientos de kilómetros de su territorio. Aeródromos militares, fábricas, sabotajes en la red ferroviaria e incluso drones que alcanzan Moscú. Pero lo sucedido este marzo es un salto cualitativo que está sorprendiendo a analistas de defensa ucranios y rusos. Un enigma clave, afirmaba el sábado el medio de análisis militar ucranio Defense Express, es cómo las fuerzas ucranias están superando con tan aparente facilidad los inhibidores de ondas electromagnéticas que desconectan las comunicaciones de los vehículos no tripulados con sus pilotos. Defense Express asegura que a lo largo de la frontera rusa con Ucrania hay una barrera de sistemas de ondas electromagnéticas de 10 kilómetros de diámetro.
Pero no es solo eso. El Instituto para el Estudio de la Guerra, organización estadounidense de referencia en el análisis del conflicto en Ucrania, recogió la semana pasada múltiples críticas por parte de cuentas militares rusas que también cuestionaban cómo era posible que ni las defensas electromagnéticas instaladas en las refinerías, ni defensas antiaéreas ni helicópteros puedan haber abatido drones que se han internado incluso 1.000 kilómetros en el espacio aéreo ruso. Así sucedió el sábado 16 con el ataque con éxito contra dos plantas en la región de Samara. En el caso concreto de la refinería de Novokuibishevsk, un vídeo difundido en redes sociales mostraba la imagen en llamas de la torre de destilación, elemento fundamental porque es la que obtiene el combustible del crudo. La planta queda inoperante si la torre no funciona.
La planta de Tuapse, bombardeada el 25 de enero con drones a 600 kilómetros de la Ucrania libre, sigue sin operar, según reportó este marzo el diario ruso Kommersant. Bloomberg ha informado de que en Rusia existen 31 refinerías de crudo, la mayoría en el oeste del país. El ejército ruso tiene destinado al escenario bélico ucranio una gran parte de sus sistemas de defensa antiaérea, que están siendo claves para su dominio aéreo y para asegurarse la iniciativa en el frente, donde tiene superioridad en todos los ámbitos.
Objetivo: la torre de destilación
Defense Express señala la elevada precisión de los ataques ucranios que son capaces de apuntar a las torres de destilación. Otro ejemplo sucedió el miércoles 13, cuando los drones destruyeron la torre de una refinería en Riazan, a 450 kilómetros de Ucrania. En aquel ataque fueron utilizados, al menos, los drones Liuti [traducido, significa “furia”], unos aparatos que pueden cargar 75 kilos de explosivos y pueden recorrer hasta 1.000 kilómetros. Los Liuti han sido identificados en otras acciones de este año, como también se ha confirmado el uso de los UJ-26 (más conocidos por su nombre en inglés, Beaver) y los viejos drones soviéticos de reconocimiento TU-141, adaptados para servir de proyectiles.
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Se desconoce el número de vehículos que conforman los enjambres de drones utilizados en los ataques, pero el grupo de análisis militar ruso Rybar afirmó que en el bombardeo de la refinería de Slaviansk, en la madrugada del domingo 17, intervinieron 17 drones, de los cuales fueron derribados 15.
Los Servicios de Seguridad del Ministerio del Interior (SSU) de Ucrania y los Servicios de Inteligencia del Ministerio de Defensa (GUR) han reconocido estar detrás de las principales operaciones contra el sector energético ruso. Tanto el SSU como el GUR también han demostrado su eficacia en el ataque con grupos de drones náuticos bomba contra buques de la flota rusa en el mar Negro. Los vehículos operan con una alta coordinación, buscando primero inutilizar el timón del barco, para que este no pueda maniobrar; e intentan conseguir un primer impacto en el casco de la embarcación, en un punto donde saben que se almacena munición. Una vez se logra la primera fractura en el casco, el resto de los drones apuntan en el mismo punto dañado para ampliar el boquete y asegurar el hundimiento.
Inteligencia artificial
La campaña contra las refinerías rusas coincide con la apuesta del Gobierno ucranio y de sus aliados en la OTAN por incorporar la inteligencia artificial en los drones de combate. El objetivo es suplir el déficit de artillería en el frente, pero también la carencia de misiles de largo alcance para ofensivas como la que está poniendo en tensión el sector energético ruso.
Oleksandr Kamyshin, ministro de Industrias Estratégicas, explicó el viernes a EL PAÍS que 2024 sería para Ucrania “el año de la inteligencia artificial y su uso en enjambres [de drones] de proximidad”. El ejército ucranio y el ruso aseguran que están utilizando la inteligencia artificial (IA) en drones bomba en el frente, en una fase inicial. La IA permite que el vehículo opere y tome decisiones autónomamente si el piloto pierde el control. Una vez programado el objetivo, si la comunicación con el dron falla, este, a partir de las imágenes que toma con su cámara, podría continuar navegando hasta que identifica el punto donde debe impactar.
Reino Unido y Letonia se han puesto al frente este febrero de un plan de la OTAN para suministrar un millón de drones a Ucrania en coalición con otros países. Las partes implicadas han subrayado que a estos aparatos se les incorporarán sistemas de IA. Fuentes de la OTAN explicaron a la agencia Bloomberg que los drones podrán coordinarse entre ellos, incluso con los que han perdido la conexión con sus pilotos.
Tanto Kamyshin como el ministro ucranio de Innovación, Mijailo Fedórov, han repetido desde febrero que la prioridad es incorporar la IA a las flotas de drones, tanto los que se utilizan en el frente como los de largo alcance. Ninguna fuente oficial ha indicado que los ataques contra las refinerías rusas hayan contado con IA. Los expertos subrayan que la plena autonomía de los vehículos no tripulados está todavía en una fase embrionaria, pero Olha Husieva, analista de defensa del Instituto de Seguridad de Kiel, explicaba la semana pasada a este diario que la IA ya es un ámbito de colaboración prioritario entre Ucrania y la OTAN.
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