Pero es la ansiedad la que ocupa un lugar central, entrando en la mente de Riley con un equipaje literal (no menos de seis maletas).
“Está bien, ¿en qué puedo ayudarte?” ella pregunta. “¿Puedo tomar notas, tomar un café, gestionar tu agenda, pasear a tu perro, cargar tus cosas y verte dormir?”
Un poco de ansiedad puede ser útil, dicen los expertos, pero las emociones se están yendo de las manos en la vida de muchos jóvenes, especialmente en los últimos años. La lucha de Riley es emblemática: para Kelsey Mann, la directora, la película se convirtió en una oportunidad para ayudar a los espectadores de todas las edades a sentirse menos solos.
“Una gran parte de lidiar con nuestras emociones es nombrarlas”, dijo al New York Times en una entrevista reciente. “Y de repente, cuando son reconocidos y vistos, la intensidad comienza a disminuir un poco”.
En la película, la ansiedad puede ser… mucha. Pero, en última instancia, ofrece algunas lecciones poderosas: sentir cierta ansiedad es normal, nuestros defectos son simplemente parte de quiénes somos y todas nuestras experiencias emocionales son una parte importante de nuestra identidad.